Mañana habré cumplido 3 semanas en Reino Unido, rompiendo mi récord de estadía en el extranjero. Después del peor aterrizaje de vida en el aeropuerto de Gatwik he andado con la idea de un reborn en la cabeza. Todo ha marchado bastante bien. Podría poner de pretexto que ando en voto de silencio hispánico, cosa que no sería mala idea a pesar de mi amor y respeto al español, pero pues no. Estos días le he dado prioridad a lo paseos por la orilla de río Avon escuchando a Wild Nothing, los atardecer en Harbourside y una que otra perdida en la ciudad durante mis primeras noches. A 51º Norte oscurece a la 5 pm.
El choque cultural no fue como había esperado, o más bien como había escuchado, me siento cómodo aquí. No falta el antojo unos buenos tacos, pero no sufro tanto con la comida. A los británicos les encanta la comida hindú, que es parecida a la mexicana, y mi familia anfitriona suele preparala a menudo. Al menos tenemos algo que agradecer R.U. por haber invadido a la India. Por otro lado, los precios de la comida y el trasporte son muy altos, el resto (ropa, servicios, electrónicos) está prácticamente a precio de México. Con respecto a la escuela, quizá el único detalle que veo es la gran cantidad hispanos con quienes no siempre puedo evitar hablar en español. Chingos de cosas por contar pero aquí termino mi breve entrada. Próximamente un chingo de fotos polaroid de la campiña inglesa, claro.