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Yo aparentando saber de lo que hablo. |
A principios de agosto regresé a Morelia para presentar lo que en esos días era mi propuesta de proyecto de tesis (un radiotelescopio de un plato de un metro del que escribiré pronto). Lo que más me tenía preocupado era tener algún episodio de pánico escénico de los cuales había creído erradicados hasta un pequeño insistente a mediados de junio, una semana después de la escuela de verano. Me tomé muy enserio el no repetirlo y estuve ensayando bastante mi corta presentación de 10 minutos. Me da mucho gusto contar que logré hacerlo bien esta vez. Toda la semana del pequeño congreso en Morelia recibí muy buenas criticas, incluida la de un investigador de del IRyA, Stan, que admiro bastante y a quien había invitado a mi charla. Creo que bastaba decir que mi charla me ayudó a ligar (o más bien que ligaran) en la fiesta de despedida. Disfrute mucho este viaje. Me reencontré con varios amigos e hice algunos nuevos más. Fue muy curioso que uno de mis compañeros de cuarto fue el amigo de N. de la UNAM al que había conocido un mes antes en CDMX. Conocí a una chica norteña que era asistente de verano de Stan por el programa Delfín y esta trabajando con SRT del Haystak. Estudiaba física y me sorprendió que supiera tanto de electrónica e instrumentación. Me dijo que le gustaba mucho esa área, me pidió algunos consejos pero después de darme cuenta lo mucho que sabía no fue tanto el extra que pude recomendarle estudiar. Hubo un día que perdí el autobús que nos llevaba del instituto al hotel por ayudarle con un problema en la comunicación serial con el analizador de espectros que estaban utilizando pero fue muy amable en ayudarme a regresar a Morelia. Ese día en el camino de regreso le contaba que a mi jamás me habían aceptado en el programa Delfín por no tener el promedio suficiente, o al menos que mi universidad no había respondido a mis solicitud de excepción. Le pareció gracioso e injusto porque yo le había dado la impresión de conocer bastante. El último día tuve que cambiar los planes de pasar unos días en Guanajuato para visitar a un amigo por no encontrar corridas de autobuses para allá después de las 4 pm y tuve que ir a la CDMX con un amigo en coche. Llegamos muy tarde a la ciudad por perdernos en Santa Fe. El carro en el íbamos de una amiga de mi amigo y nos dejaron en Taxqueña (nos habían dejado en una parada del trolebús pero nunca pasó y tuvo que regresar a rescatarnos). Era tan tarde que no alcanzamos boletos para el último autobús para Puebla, así que nos arriesgamos a cruzar media ciudad en metro para llegar a la TAPO. Al final lo logramos y llegamos en la madrugada. A mi amigo lo había conocido en la escuela de verano de junio. Me la pasé hablandole de lo mucho que sigo pensando en N.