domingo, 1 de agosto de 2010

La primera vez que me sentí nervioso en vuelo

Fue el jueves pasado. Casi me detienen los de seguridad del aeropuerto de la Cd. de Mexico por regresarme corriendo abruptamente por mi pase de abordar que pendejamente olvidé en un estante, después de pasar la zona revisión de rayos X. Debí verme como un terrorista que huye después de dejar una bomba. Por un momento, al darme cuenta de lo que había hecho, creí que recibiría algunos bien merecidos disparos. Esto me tuvo sin cuidado minutos despúes y no tiene nada que ver con el nerviosismo que sentía. El día anterior no dormí bien. Soñaba ansiedad, y como me caga eso. Esperé una hora a que asignaran mi puerta. Fue la 2. No revisé el asiento en el pase, así que me di cuenta de que 6D era pasillo ya dentro del avión. No me alegré pero eso tampoco me importó, pues el viaje sólo dura poco más de hora y media. No había comido bien ni sentía hambre. No se me había ocurrido pedir tequila en un avión, como el pasajero junto a mi. Preferí los cacahuates. Volar nunca me ha dado miedo, siempre me a parecido tranquilizante. Me divierte pensar que es estadísticamente más seguro volar que viajar en microbús, pero que es más probable morir en un poco frecuente accidente aéreo. Cuando aterrizamos ya era de noche. En Chetumal, el aire es muy humedo, es lo primero que sientes cuando abren la puerta. Su aeropuerto es tan pequeño que siempre te bajas del avión con una escalera como si fuera tu jet privado. Si me sentía nervioso fue por un cosa bien estúpida que ya hasta se me pasó. Y ya.