martes, 5 de junio de 2012

México

Un astrónomo profesional, y amigo mio, me contó hace unos años una divertida historia sobre su hijo de 7 años. Como es natural, llevaba toda la vida enseñándole sobre las estrellas y el sistema solar. Una tarde su hijo corrió hacía él sosteniendo un libro, gritando muy emocionado "¡Papá, la Tierra tarda 365 días en dar la vuelta al Sol!". Un dato que seguramente le había dicho más de una vez  pero que no había sido hasta que el niño lo descubrió por su cuenta que comprendió el significado detrás de esas palabras.

No lo había comprendido hasta que pensé sobre mi regreso a México. Este sábado fue uno de los días más curiosos que he tenido. Estaba sentado en la sala de abordar del aeropuerto de Gatwik cuando me di cuenta de todo: vivimos en un planeta. No en uno pequeño, como muchos afirman. Es uno tan grande para nosotros que muchos viven ignorando amaneces a las 4:00 am, noches que parecen eternas y cielos con estrellas diferentes. Después de 18 países y todas las personas de tantas partes del mundo con las que he hablado, por fin comprendo la verdad detrás de los datos que siempre supe. Hoy más que nunca tengo presente en la mente la cita de Huygens "El mundo es mi país, la ciencia mi religión"

1 comentario:

Guerrero dijo...

Así es, hay cossas que no se comprenden hasta que se viven.
Una vez entendí eso pero a menor escala, siempre veía las calles por las que voy y a veces seguía la ruta por los mapas de Google, pero un día que me fui a la sierra en medio de todas las montañas vi que no había más que bosque y montañas, y el cielo estrellado en la noche te hacía sentir tan pequeño en el mundo.
En fin, aunque las experiencias no siempre son iguales el aprendizaje en persona es el que vale. Lo cierto es que es tanta la inmensidad que creo que concebirla es difícil, para los que pasamos "encerrados" en las ciudades, viendo sólo casas y gente.

Saludos!!