lunes, 27 de julio de 2015

Morelia

A mediados de mayo recibí dos muy buenas noticias el mismo día. Mi universidad aprobó el financiamiento de mi proyecto de tesis (un radiotelescopio de 1m para la banda Ku) y la noticia de que había sido aceptado en una escuela de verano que había estado esperando con muchas ansias. Sin embargo había un pequeño detalle en esto último. Como había temido, iba a toparme durante dos semanas con mi ex nuevamente. Después de la mala experiencia de Monterrey había decido no permitir que volviera a ocurrir así que tuve que contactarla, después de meses sin hablarnos, para negociar una reconciliación amistosa. Esto ocurrió una semana antes de la escuela. Para mi sorpresa aquella tarde terminó muy bien. Aclaramos muchas cosas sobre el congreso de Monterrey, hablamos como buenos amigos. Aquel día también escuché lo que tanto había temido. Ya salía con alguien más. Debo decir que en aquel momento lo tomé muy bien, e incluso pasé el resto de la tarde sintiéndome orgulloso de mi madura respuesta, como si subir un nivel de la vida se tratara. Pero la realidad me golpeó con toda su fuerza al siguiente día al verlos besándose en mi propia facultad, pues por fatalidades de la vida el susodicho era compañero mío. Vislumbrado un infierno para las siguientes semanas, pero no fue así. Por mucho, fue una de las mejores experiencias que viví en este año. Académicamente me abrió todo un panorama que desconocía. Resolví muchas de mis eternas dudas sobre síntesis de radioimágen y conocí en persona a toda una leyenda de la radioastronomía en México, Stan Kurtz. Manejé remotamente una antena de 35 metros en España (Proyecto PARTNeR), procesé datos crudos de ALMA, datos de rayos X de Chandra y aprendí un poco sobre software del NRAO. No sentía una euforia tan intensa por el conocimiento desde hacía un buen tiempo. Stan, una persona muy amable a quién visité frecuentemente mostrándole mis proyectos y exponiendo mis dudas, acepto mi propuesta de trabajar con el como voluntario o becarlo el próximo año y apenas lo podía creer ¡Tanto tiempo que lo había creído inaccesible para mi! En cuanto mi ex... si hubiera escrito en esos días de junio estaría hablando enérgicamente sobre el "mito" de la imposibilidad de la amistad después del amor y demás. Nos pasamos hablando durante el largo viaje desde Puebla hasta Morelia en autobús. A lo largo de la estancia tuvimos algunas peleas, pero como en los buenos tiempos, aclarábamos las cosas escuchándonos. Hubo un día en el que no pude evitar recordar a un bloguero moreliano que contaba sus aventuras y desamores en aquella ciudad. Ahora era yo quien estaba en lagrimas en una noche en zócalo de Morelia. Fue  toda una sopresa llevarme tan bien con ella en esas dos semanas. Aunque nunca lo aceptó, notaba como se le llenaban los ojos de algunas lagrimas en los momentos que reíamos o cuando le contaba apasionadamente sobre mis platicas con Stan, como solíamos hacerlo alguna vez... Es una lastima que se alejó de mi tan pronto volvimos del viaje.

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