sábado, 31 de agosto de 2019

Sobre mi vida reciente I

Esta misma semana pero del año pasado tuve un cambió total de mi estado de ánimo de una manera que no hubiera previsto. Antes de llegar a ella necesitamos ir a diciembre de 2017...

Me había titulado de la BUAP en septiembre y para ese entonces estaba acabando de vender o regalar la mayoría de mis cosas. Me despedía de mi último hogar en Puebla. Mas que nostalgia me paso por la mente un arrepentimiento. Tenía una amiga que había sido vecina de pensión por algunos años. Nos habíamos confesado que nos gustabamos en 2015. Yo acaba de tener una ruptura de la tardé en recuperarme y ella tenía novio en ese entonces. Nunca pudo haber nada entre nosotros, una porque se fue hacer su tesis a un centro de investigación en Atlixco y dos, porque yo tuve mi colapso psicológico [desorden de ansiedad generalizada] a principios de 2016. Para julio de 2017 mi psicóloga me dijo que el tratamiento había terminado. Me sentía bien para entonces, con algunas recaídas menores, pero lo suficientemente renacido para seguir con mi vida. Ya había trazado mi plan. Aplicaría a la maestría en Sistemas Embebidos de la Universidad de Southamton en Reino Unido. Para finales de noviembre ya había asistido a las sesiones informativas de becas de posgrado al extranjero de una organización que no quiero ni mencionar. Sentía que tenía el destino a mi favor. Regresando a diciembre, solo en mi pequeño cuarto de Tres Cruces, me arrepentía por nunca haber intentado nada con C. Se me ocurrió salir con ella para despedirme, contarle mis planes y mi arrepentimiento. Cuando la vi, unos pocos días después, me dijo que estaba en Puebla porque había ido a las sesiones informativas de las becas de posgrado en el extranjero. '¿A dónde piensas ir?', le pregunté. "A Groningen, Holanda", me dijo para mi sorpresa. Eso cambió por completo mi speach para ese día y cambió un poco el curso de mi historia.

Valdría la pena contar todo lo que ocurrió después de esa tarde pero brincaré hasta julio de 2018. Precisamente, entre el 11 y el 24 de julio, cuando se vinieron abajo todos mis planes. C consiguió la beca estatal (de un estado vecino), le avisaron antes de la fecha oficial. Yo estaba esperando a revivir los mios de Puebla. Cuando la fui a ver, el 11, lo recuerdo, me dijo que había cambiado de opinión, que las cosas no iban funcionar estado en lugares diferentes estudiando un posgrado. Quizá tenía razón, pero no debió llenarme el oído de tantas cosas los meses anteriores. Sentí de repente que yo no era una persona por la que valiera la pena intentar algo. Partí al día siguiente, molesto, a Jojutla, Mor. Alejado del resto del mundo en la casa de mis abuelos era el mejor lugar para pensar las cosas con calma. El 20 llegó el seguido golpe: me negaron la beca. Ese día me sentía confundido si saber exactamente que pensar o sentir. Uno dos días después me cayó la realidad y empecé a retorcerme en llanto en una cama. Hice varías llamadas a mis amigos más cercanos. El hecho de ser muy abierto emocionalmente es una válvula de escape muy útil. Dos o tres días después me sentía bien de nuevo... hasta que casi de la nada tuve la peor recaída de ansiedad de mi vida. Ciertamente los sucesos de los días anteriores la habían detonado, pero no sentía que la alimentaran. Esto debe de las cosas más difíciles de explicar para los que hemos pasado por un desorden de ansiedad. La gente creía que estaba así por la beca pero en realidad lo que más preocupaba en ese entonces era mantenerme cuerdo. Empecé a tener episodios de hipocondría muy intensa por dolor de garganta que no se me quitaba. Mi miedo era tan grande que pensé en quitarme la vida (así los absurdos del desorden de ansiedad). Para principios de agosto comencé a retomar el control y las cosas comenzaron a mejorar mucho. Creí que había escrito una entrada sobre las primeras semanas de agosto. Pasaron cosas muy interesantes que definieron todo lo bueno que estoy haciendo ahora, pero me saldría del hilo principal de esta entrada. Cuando creí que ya estaba todo bien cambié una por otra. Para cuando comenzaba a desaparecer la ansiedad comenzó a crecer una depresión en mi. Para la segunda mitad de agosto había pasado del miedo a la indiferencia por la vida.

El 23 de agosto ocurrió entonces lo que me hizo ver mi vida de otra manera. Esa mañana, mi abuelo resbaló (o perdió el equilibrio, nunca lo supimos) y se fracturó la cadera. Ese fue el inicio de unos de los episodios más difíciles para mi familia. Mi abuelo ya sufría de demencia senil y el estar forzado a estar en una cama lo volvió muy violento y difícil de controlar. Mi mamá llegó desde Mérida pocos días después. Las noches era largas. Teníamos que turnaros para cuidarlo y detenerlo cuando intentaba pararse de la cama. Siempre nos insultaba y a veces nos golpeaba. Mi mamá y mi abuela lloraban de la desesperación. Pero en medio de ese caos, de repente me sentí como nunca antes. Sentía que mi vida tenía sentido. Si bien tuvimos el apoyo de la familia y amigos, no era posible que estuvieran las 24 horas con nosotros. Eramos sólo nosotros tres quienes tenían que lidiar con la tarea día y noche. Nunca sentí enojo por mi las cosas que hacía o decía mi abuelo. Sabía que la persona que habíamos conocido ya se había ido hace unos años por el progreso de la enfermedad. Mi mamá y mi abuela no parecían entenderlo y les afectaba mucho. Tuve varias pequeñas recaídas pero manejables y me levantaba en pocos días. No tenía opción realmente, tenía que estar bien para poder ayudar. Mi abuelo falleció en noviembre. Le lloré mucho en su momento, pero en el fondo sentíamos que tenía finalmente el descanso que merecía por una larga vida tan activa, novelesca y un final tormentoso. No sabré nunca que sería de mi vida sin todos estos giros. Mi última recaída fue en marzo y me he sentido muy bien y resiliente todos estos meses. Quisiera poder compartir el "método" que he seguido pero ni yo lo tengo claro. Estas cortas memorias son lo mejor que puedo hacer.

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