miércoles, 11 de noviembre de 2015

Guanajuato

Hace unos días estuve una escuela-taller en el CIMAT, lo que fue el pretexto perfecto para conocer el instituto y la ciudad. Me gustó bastante y fue una lastima tener tan pocos días para recorrerla. Si bien el taller me dejó un poco frío me llevé buena idea de las áreas en las que trabaja el CIMAT y bastante información del posgrado. Durante la estancia me quedé en la casa del asesores de un amigo mío, que por cierto conocí en un congreso en Guadalajara el año pasado (aquí aquel breve episodio). Su asesor es una persona realmente agradable, un astrofísico brasileño de la UG. El primer día me recibió dando una clase de tango a la que no pude rechazar la invitación de unirme pues era algo que había querido hacer desde hace mucho. Conocí también al housemate de mi amigo, uno de sus mejores amigos que estudió junto con el en la BUAP que igual me cayo muy bien. En las tardes, después de que regresaba de las sesiones taller, bajábamos caminado al centro. Algunas partes de la ciudad me recordaron bastante a Venecia. El penúltimo día dimos un recorrido por los cerros que rodean a la ciudad, algo que suelen hacer. En algún momento tuvieron que irme a rescatar cuando me quedé aferrado como gato asustado a una pared de piedra sin poderme mover. Lo más gracioso fue que en aquel momento sentí que estaba en risco de 300 metros cuando en realidad no estaba tan alto. Ya en lo alto la vista era increíble. Debo decir que mi amigo lleva una vida de estudiante envidiable. Para mi fue un corta pero buena aventura.

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