jueves, 26 de enero de 2017
Días comunes
A principios de diciembre compré en la librería universitaria, en su
semana remate, un libro de la editorial Tusquets (la de cuadritos) que
tomé al azar. "Lo que queda por vivir" de John Updike (en $30, por
cierto). Me está gustando bastante. Es un libro de cuentos con un estilo
que me recuerda a Chejov, una narrativa donde no ocurre nada
extraordinario y sin embargo es difícil detener su lectura. Estas
últimas noches he leído a ambos escritores en paralelo y me ha parecido curioso
que de todos estos relatos de lo "ordinario" me haya llegado una
revelación tan obvia y al mismo tiempo tan extraordinaria: cada uno de
nosotros está viviendo su propia historia, y es un historia sin pausas.
Creemos saberlo, creemos que es obvio pero si lo piensan con cuidado,
realmente no lo habíamos entendido. Tenemos la idea de que lo que
llamamos "nuestra historia" es únicamente un conjunto de "milestones"
(logros académicos, un nacimiento, un accidente...) y un conjunto de
"snapshots" (viajes memorables, borracheras con buenos amigos, un
noviazgo que nos marcó, una despedida en una estación/aeropuerto...).
Estos elementos son verdaderamente claves en nuestra vida, pero pienso
que el hecho de reducir el continuo de nuestra existencia en ellos nos
da la falsa sensación de que todo lo ocurrido entre esas memorias es
mero espacio vacío. No solemos darnos cuenta de que el más ordinario de
nuestros días es también digno de un relato. Deberíamos empezar a ver
esa normalidad también como un género literario de la vida, porque así,
con todo y su brevedad, nos daríamos cuenta de que tiene más páginas de
las que pensábamos.
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